Leemos
para ayudarnos a forjar nuestro destino. Para impulsarnos hacia adelante, hacia
lo alto, hacia lo hondo, hacia lo vasto y hacia lo lejos.
Leemos
como una energía que nos envuelve, alienta y encanta. Leemos para el
encantamiento, para descubrir nuevos mundos o para nosotros crearlos.
Para
encontrar un leve sonido de quena o de flauta en la noche profunda. Por
escuchar las campanas de las iglesias sumergidas al fondo de las aguas embrujadas.
Leemos
por gozo y por alegría, para enfrentarnos al misterio en nuestras vidas mondas
y lirondas.
Dentro
de este contexto la lectura comprensiva es aquella que se aplica más a los
textos argumentativos y que es un mínimo segmento del vasto, pródigo e
inabarcable campo de la lectura.
Que
mientras más secreto, recóndito e insondable es mucho mejor. Porque es la
lectura inocente la que más nos afecta.
2. Cernida
y decantada
Porque
más se lee por fruición estética, y por encantamiento. Y se lee inocentemente.
Aquella
en la cual se lee para en algo hallarle sentido a la vida, y no a la lectura
misma, ni al libro que estamos recorriendo sus páginas, que es lo menos que
debe importarnos.
Se
lee para explicarnos todo lo que se pueda de aquello que nos rodea, de esto que
constituye nuestro entorno. Y no tanto de lo que el libro me diga.
Donde
la lectura y el libro serán buenos en la medida que encuentre como resonancia
de este arcano que soy y de la inquietud que me produce el mundo circundante.
Como
de aquel que tenemos dentro de nosotros mismos y que puede estar en la antípoda
de lo que el libro contiene.
Se lee para que la vida, y todo lo que de ella se salve, quede en mí, cernida y decantada.
Por eso, no nos detengamos
en la lectura de alcance corto o medio, porque mientras más lejos se proyecte
el acto de leer la lectura será más fecunda.
Por eso, no nos detengamos
en aquella lectura pedestre, como se la viene proponiendo, en la lectura
comprensiva que también se la etiqueta como lectura funcional, lectura crítica,
o lo que mejor convenga e impacte a fin de vender y venderse mejor.
Que en lo que terminará es
en convertir a la inocente y virginal lectura, a este ser espléndido, en un
acto mecánico y operativo, sometido al imperio y predominio absoluto y omnímodo
de la razón.
Lejos quedará la lectura
como una manera de hacerle honor a la vida, como un estado de gracia y el
compromiso de hacer de la existencia una epopeya; de cambiar el mundo para que
se parezca más a los sueños que toda legítima lectura alberga.
4. Mundo
creado
No nos detengamos en la
lectura instrumental, al servicio de nociones o proposiciones, sino asumámosla
como un reino de promisión en donde la vida entona su canción más bella, audaz,
invicta y, a la vez, inmarcesible.
Por eso, mientras más hacia
lo incógnito e incognoscible se proyecte, mejor. Mientras más deje de ser
funcional y rentista será más luminosa.
Mientras menos la
aprisionemos en jaulas a estas aves canoras será más luminosos su plumaje y más
bello su canto y su cariño.
Ella tiene que estar
henchida de significados, encontrando la maravilla, el encanto y la fascinación
de vivir, motivados y extasiados ante todo lo que existe. Y, es más, en el
espacio de la escritura y la lectura se tiene que crear todo lo que no existe y
que hace falta por develar.
Esa es su función
trascendente: complementar el mundo creado con otro por crear, o por uno nuevo
que recién allí se crea. Como aquello que incluso lo puede sustituir.
5. Bueno
es leer
Ahora bien, bueno es leer,
porque al leer se rasgan los cielos para que la lluvia caiga, broten las flores
y maduren los frutos.
Bueno es leer, porque es un
prodigio tratar de cambiar el mundo con la lectura como arma y campo de
batalla.
Bueno es leer para abrir
las puertas aún cerradas de lo ignoto, para saber quiénes somos y qué misión
hemos venido a cumplir sobre la faz de la tierra.
Porque queremos una lectura
no de consumo de lo que ya existe sino una lectura para cambiar las injusticias
y deformaciones del orden de cosas existente.
Como también bueno es leer
para luchar. Porque en ello se lucha bien y de manera cabal.
Se redime el mundo y crea
un mundo mejor, como lo consideró César Vallejo, quien, en España, aparta de mí
este cáliz, consigna del libro y la lectura:
6. El ombligo
a cuestas
PEQUEÑO
RESPONSO
A UN HÉROE
DE LA
REPÚBLICA
Un libro
quedó al borde de su cintura muerta,
un libro
retoñaba de su cadáver muerto.
Se llevaron
al héroe,
y corpórea y
aciaga entro su boca en nuestro aliento;
sudamos
todos, el ombligo a cuestas;
caminantes
las lunas nos seguían;
también
sudaba de tristeza el muerto.
Y un libro,
en la batalla de Toledo,
un libro,
atrás un libro, arriba un libro, retoñaba del cadáver.
Poesía del
pómulo morado, entre el decirlo
Y el
callarlo,
Poesía en la
carta moral que acompañara
a su corazón.
7. El signo
de la vida
Quedóse el
libro y nada más, que no hay
insectos en
la tumba,
y quedó al
borde de su manga el aire remojándose
y haciéndose
gaseoso, infinito.
Todos
sudamos, el ombligo a cuestas,
también sudaba de tristeza el muerto
y un libro, yo lo vi sentidamente,
un libro, atrás un libro, arriba un libro
retoñó del cadáver ex abrupto.
Bueno
es leer para vivir muchas vidas, encarnar muchos personajes, conocer países,
culturas, épocas y entrar al alma de la gente.
Es
bueno leer para hacerle frente al poder, para defender los principios
inalienables que todo hombre debe defender sobre la faz de la tierra. Y con la
lectura es como mejor se lucha.
Es
bueno leer para al menos saber que con ella hemos escudriñado el signo de
nuestra vida, así como para saber de dónde venimos y hacia dónde vamos.
Bueno es leer para dejar la
inmediatez, ir a la acción y hacernos eternos.
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