– Encantado de poder conocerlo
y saludarlo, estimado doctor Henry Ford… –Saluda con la misma deferencia y
naturalidad Pedro Paulet.
– En primer lugar, quiero
agradecerle por haber atendido nuestra invitación para venir y dialogar directa
y personalmente aquí en Detroit. Y, más aún, en este agitado año de 1930. Y
ojalá que las atenciones, que he dispuesto que se le brinden, hayan sido de su
pleno gusto y complacencia.
– Permítame decirle y agradecerle,
muy apreciado doctor Henry Ford, que la atención que se me brinda es estupenda.
Y que esta mañana he recorrido en una visita guiada maravillosa y aleccionadora
la planta Ford de esta pujante ciudad industrial, por lo que le estoy sumamente
reconocido.
– ¡Qué bueno que así sea!, y me
satisface escucharle. Mis ingenieros me han explicado acerca de sus inventos respecto
de los cuales tenemos las mejores referencias, y un vivo interés en llegar a un
acuerdo para ver cómo benefician a las industrias que venimos impulsando.
Henry Ford
3. Dos
componentes
– Aprecio mucho la atención que
cada uno de mis aportes a la ciencia han merecido de usted y del personal que
trabaja en este lugar tan prestigioso.
– Pero quisiéramos escuchar de
su propia boca, señor Pedro Paulet, una explicación sucinta respecto a dos de sus
importantes aportes. Uno de ellos es el motor a combustión liquida. Y el
segundo es el combustible mismo, pues con respecto a ambos hallazgos
quisiéramos hacerle sendas propuestas.
– Con el mayor placer y trataré
de ser lo más conciso posible.
– Se lo agradezco.
– El motor de combustible
líquido está construido en base a la energía que lo propulsa, y que es la
mezcla de dos componentes, uno de ellos es el carburante y el otro el oxidante.
– Sí. Comprendo.
– Estos dos líquidos fluyen a
una cámara común donde combustionan por efecto de una bujía produciendo una
fuerza de empuje extraordinaria que supera todos los indicadores alcanzados
hasta la fecha en cuando a dinámica de objetos físicos se refiere, ello...
Pedro Paulet, de niño
3. Naves
espaciales
– Excelente, con eso basta. ¿Y
en cuanto a su innovación del combustible?
– Es una combinación química en
base a panclastita, a la cual adiciono disolventes, con el fin de controlar el
factor fricción y, sobre todo, el que alcancen desmedidas temperaturas.
– ¡Ah! ¡Extraordinario!
– La diferencia básica con los
combustibles conocidos y actualmente en uso, es que estos utilizan hidrógeno
como carburante y oxígeno líquido como oxidante. Se logra así...
– Es un portento lo que usted
ha conseguido. Y es exactamente lo que constituye nuestro mayor problema.
Queremos, y estoy empeñado en darle la mayor potencia a una serie de autos de
carrera para las próximas competiciones, en las cuales pretendemos superar
todos los récords actualmente alcanzados.
– Son aplicables a todo lo que
es propulsión. Sin embargo, los inventos míos Sr. Ford se orientan más bien a la
astronáutica. Y a todo lo que es la cohetería y a la fabricación de naves
espaciales.
Paulet al centro, reunido en Francia con hombres de ciencia
4. Trabajar
para nosotros
– Ciertamente, estoy informado de
eso y también de cuáles son sus aspiraciones sueños e intenciones y desvelos señor
Paulet, en relación al espacio sideral, y lo felicito por ello. Pues bien
quiero proponerle la compra de la patente de su motor a combustión líquida,
como también de la fórmula del combustible que usted ha ideado.
– ¿Y cuáles son las condiciones
acerca de esta propuesta, señor Ford?
– Le ofrezco un millón de
dólares por la patente de ambos inventos que pasarían a ser propiedad de mi
compañía. Además, le ofrezco trabajar para nosotros con una única condición,
cuál es adoptar la nacionalidad norteamericana.
– He escuchado atentamente su iniciativa
Dr. Henry Ford. Y empezaré por lo último. Todo mi sueño desde niño ha sido
encumbrar a mi país, el Perú; y a mi pueblo, que es Arequipa. Ello constituye
toda la motivación de mis afanes e inquietudes y no podría aceptar el cambio de
mi nacionalidad.
– Continúe. Le escucho
atentamente.
– Ojalá usted pudiera
comprenderme en este sentimiento, en esta postura y en esta convicción mía, que
son irrenunciables.
– Lo entiendo perfectamente. Y,
¿lo segundo?
Planta Ford en Detroit
5. Para ser
sincero
– Y lo segundo es que no
vendería la patente descartándose mi nombre. Definitivamente estos inventos los
he conseguido por una motivación personal y por perpetuar mi nombre. Y por un
propósito cuál es la conquista del espacio estelar; concretando un sueño muy
antiguo de aportar a la ciencia, indesligable a hacer figurar en ello a mi país.
– Don Pedro. La oferta tiene en
realidad dos partes. La primera es comprarle los derechos de la patente, que de
tal modo ciertamente pasa a ser propiedad de nuestra compañía. En el segundo aspecto
es que le ofrezco seguir trabajando en estos mismos asuntos aquí y con todo lo
que usted requiera, pero en la condición de ciudadano norteamericano. Y es que
aquí todo deja de tener nombre propio pasando a formar parte de la propiedad de
la Compañía Ford.
– En verdad, para ser sincero doctor
Ford, mi campo no es el automovilismo sino la cohetería.
– Nacionalícese norteamericano.
Es la condición para que sus ideas puedan ser escuchadas y eventualmente
acogidas.
– Le agradezco mucho por su
deferencia, pero me es imposible aceptarlas, doctor. Muchísimas gracias por la
inmensa deferencia que ha tenido conmigo.
Paulet, Padre de la cohetería espacial
6. Todos
tus sacrificios
– ¿Luisa? ¿Dónde estás, mi
querida Luisa?
– ¿Ya llegaste, amor? ¿Y cómo
te fue? ¡Cuéntame!
– Bueno. En primer lugar, toda
una consagración: Henry Ford en persona me recibió, me atendió, me llenó de
alabanzas. Y me ofreció un millón de dólares si es que renuncio a mi autoría y
a mi nacionalidad. Pero, además, me ofrece un puesto de trabajo en su fábrica
de Detroit, pero siempre y cuando renuncie a ser peruano para adoptar la
nacionalidad norteamericana. Y lo segundo es que si quiero seguir desarrollando
en este campo puedo hacerlo, pero sin figurar, ni mi nombre ni mi pertenencia a
todo lo que haga a partir de ahora. Y seguramente dejar la astrofísica para
dedicarme al automovilismo.
– ¿Y cuál ha sido tu respuesta?
– Primero, a ver, ¿cuál sería
tu consejo?
– ¡Ay, cariño! ¡Siempre lo que
tú decidas!
– Dos de nuestros hijos han
muerto de malnutrición pese a nuestros desvelos.
– Yo al unirme a ti acepté
sobrellevar todos tus sacrificios.
– Gracias amor. Mi respuesta ha
sido: ¡No! ¡No! Y, ¡No!
Tiabaya, en Arequipa, cuna de Pedro Paulet
7. Esa es
la consigna
– Le admiro, don Pedro. ¡Rechazar
un millón de dólares!
– Creo que lo peor, querido
Ramón, sería vendernos. Y vender nuestros sueños y nuestros sentimientos y
nuestras conciencias. ¿No te parece?
– Sí. Completamente de acuerdo.
Y, ¡me adhiero a lo que defiende, don Pedro!
– Pero, eso sí: ¡seguir
luchando con la fortaleza de no haber claudicado nunca!
– No hay nada qué admirar
cuando lo que interesa es la verdad por descubrir.
– Mi sueño ha sido y es vencer
el infinito del espacio y la línea vertical del universo.
– Y de este modo cumplir con el
designio divino que se nos ha asignado cumplir.
– ¡Ese es el tema! ¡Esa es la
consigna! Además: mi desvelo es la aeronáutica, el llegar a las estrellas. Sí.
Y, ¡lo que importan son los principios y el alma ligada a lo eterno!
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